Desde Chapultepec ||Por Joatam de Basabe

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Del caos en el DIF municipal

Las malas decisiones en el DIF municipal de Ensenada son evidentes. Actualmente no hay dirección, sino una encargada de despacho con un negro historial, y la presidenta del organismo es la abuela del alcalde. Pero lo que en realidad son focos rojos es que hayan despedido a más de una decena de personas que firmaron un oficio para pedir una audiencia con el presidente municipal, para exponerle una serie de irregularidades que suceden al interior.

El despido se hizo de manera injustificada, argumentando sólo el cambio de administración y la falta de recursos, sin embargo, al instante siguiente, ese personal estaba siendo reemplazado por nuevas personas, según los propios empleados. Si bien es cierto que el gobierno es libre de hacer recortes de personal cuando así lo considere, también es cierto que debe liquidar a los trabajadores conforme a la ley, sin embargo, no lo hizo.

¿Qué es lo que querían exponer los ahora ex empleados del DIF municipal al alcalde? Estas personas, que en su mayoría son mujeres, todas ellas con años dentro de la dependencia, incluyendo a una psicóloga que tenía una década de servicio, lo que deseaban era decirle al alcalde que la directora se roba los donativos, que condiciona las entregas de apoyos y que trata mal a los empleados.

Como nada de eso me consta, más allá de los testimonios de los testigos, me di a la tarea de recolectar opiniones acerca de la persona acusada, Oralia Tinoco, en sus anteriores trabajos. Resulta que no pude obtener un solo comentario positivo de ella. Cuando estuvo al frente del Teatro de la Ciudad, como parte de un gobierno panista, salió más que mal. También hizo despidos arbitrarios y se dice que desfalcó las finanzas públicas con cientos de miles de pesos.

Cuando estuvo en el Sistema Educativo Estatal, también dentro de una administración panista, también fue calificada de persona conflictiva, al igual que en su paso por organismos de la iniciativa privada. Luego de estar por 30 años en las filas del PAN, se fue a Morena y fue apadrinada por un viejo amigo: Armando Ayala Robles, quien trabajó para un par de alcaldes panistas.

Analizando este historial, queda claro que no es una persona apta para estar al frente de una de las paramunicipales de mayor impacto del Gobierno Municipal. Tomando en cuenta esto, hace unos días, cuestioné al alcalde frente a frente. Su respuesta fue que “todo mundo tiene una oportunidad para continuar sirviendo a su ciudad, aquí Oralia ha hecho buen trabajo”.

Descalificó las acusaciones de los ahora exempleados diciendo que se trata de una grilla interna, siendo que jamás les dio la oportunidad de ser escuchados y/o mostrar sus pruebas, a pesar de que el oficio de petición fue recibido en su oficina antes de los despidos.

De esta manera se distingue un patrón muy claro: en este gobierno sí hay “vacas sagradas” y amiguismos. Y si alguien osa rebelarse en su contra, hay consecuencias contundentes, descaradas y sin miramientos. Como ejemplo están todos los trabajadores, de los regidores “enemigos”, que fueron despedidos también de manera arbitraria y sin cubrir su liquidación. Otro caso es el del director del Instituto Metropolitano de Investigación y Planeación, a quien le pidieron la renuncia, argumentando el cambio de administración.

Aquí valdría la pena preguntarse: más allá de la amistad ¿qué le debe Armando a Oralia? ¿Por qué mantener a un personaje tan conflictivo y manchado a ultranza en la administración municipal? ¿O será que le es útil para manipular a las personas más vulnerables?

*Comunicólogo y periodista.

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