EN LOS PANDORA PAPERS, LA CULPA ES DE EPIMETEO O LA VEDA DE LA MARUCHAN.
Los relámpagos y truenos se hacen presentes en estos primeros días de octubre. Llueve mientras escribo y el agua busca afanosamente cualquier resquicio para entrar a la casa. Estaremos en vigilia para evitar con ello que el agua no anegue el interior del hogar.
Quizás no esperamos estas lluvias tardías en octubre o, a lo mejor, el espíritu previsor ha fallado. Mientras pienso en ello, imagino a las miles de familias que tendrán un problema mayor que la humedad, luego vendrá el frío inclemente y, como siempre, la desgracia permanente de ser pobre.
Frente a esta realidad que viven millones de personas alrededor del mundo aparece un escándalo más de los dueños del dinero quienes buscan las mil y una fórmulas para evitar y evadir impuestos o cobros sobre sus caudales, aprovechando cualquier resquicio legal, como el agua, pero en este caso no es para entrar sino para salir.
Los capitales, volátiles, llegan en la fracción de un suspiro a un paraíso fiscal.
Nada más ominoso, vergonzante e inhumano.
La creación de empresas fantasmas, sin personal, ni producción, ni activos, operando en la completa opacidad, pero con las ventajas para realizar simulaciones de operaciones financieras, facturar o emitir comprobantes fiscales digitales, ha sido una práctica que se pone al descubierto en estos días con los Pandora papers. El escándalo en sí mismo no es nada nuevo.
Supongo que los poderosos del dinero tienen un acuerdo sobreentendido para poner a salvo sus capitales. Sospecho que pagan, en algunos casos la irrisoria cantidad de 450 dólares, para la creación de Sociedades offshore, empresas fantasmas, en paraísos fiscales como Singapur, Bahamas, Países Bajos o incluso Reino Unido o Nueva Zelanda.
El problema no es que los dueños de los capitales lleven su dinero de un lugar a otro, que hagan con su dinero lo que quieran, para eso son ricos, para eso tienen el nombre, para ello aprovechan las lagunas legales de las leyes de cada país para la comisión de un delito inexistente.
El problema no es el dinero, ni siquiera las leyes, lo ético o moral de los movimientos de los capitales a través de las empresas fantasmas. El problema es el cuestionar el origen lícito de las cifras millonarias que se mueven en la opacidad, el cómo es que los dueños de esas fortunas lograron amasar la riqueza que ostentan.
En qué momento los organismos fiscalizadores incurren en el delito de encubrimiento por favorecimiento al facilitar la salida de los capitales, en el escaso o nulo seguimiento del origen legal de los dineros y en la falta de una legislación que sancione, severamente, la simulación de operaciones a través de empresas fantasmas o la opacidad en los movimientos de los capitales para la adquisición, a través de un tercero, de un bien o servicio.
Líderes mundiales, políticos, empresarios, mandatarios, funcionarios de primer nivel, artistas, intelectuales, deportistas, extremistas y terroristas, entre otros, son señalados en los Pandora papers, de usar los offshores con la finalidad de evadir impuestos y el blanqueo de capitales.
Mientras los dueños de los grandes capitales logran asegurar sus fortunas, evadir impuestos e incrementar sus caudales, un gran número de personas desfavorecidas por la rapacidad del neoliberalismo apenas logra cubrir sus necesidades esenciales.
Quizás las entidades de fiscalización, a nivel mundial, deberán poner una mayor atención en el origen y el destino de esos grandes caudales. O, a lo mejor, detrás de todas las revelaciones en los Pandora papers está la acción de Epimeteo, el de la reflexión tardía, favoreciendo con su inacción estas prácticas soterradas.
Nada pasará con los Pandora papers. Los ricos buscarán otras maneras para permanecer bajo las sombras, escondiendo sus capitales. Ningún gobierno se atreverá a llamar a cuentas a los señalados. Habrá, eso sí, algunos chivos expiatorios para calmar el clamor popular y suavizar el escándalo. Una fuga de capitales puede sumir en la peor de las crisis a cualquier gobierno y nadie parece ser capaz de enfrentarlo.
Los dueños de los grandes capitales duermen tranquilo, el agua no amenaza con entrar en sus aposentos, los operadores offshores y sus directores nominees, estarán resguardando sus fortunas a otros paraísos fiscales hasta un nuevo escándalo que supere en impacto a los Pandora papers.
Concluyo estas líneas con una interrogante hacia la PROFECO. ¿También se retirará de los exhibidores a la Coca–Cola? Si el escaso o nulo valor nutritivo de la sopa Maruchan es un argumento válido para ser retirado del mercado, también se debe aplicar el mismo criterio para que los productos chatarra sean sacados del mercado.
Creo que como consumidor debemos aquilatar la información nutricional de los productos que se adquieren, pero también debemos contrarrestar la publicidad engañosa y el bombardeo constante para posicionar un producto en la preferencia del cliente.
Ojalá y el argumento del escaso o nulo valor nutritivo se aplique, incluso, hasta en las bebidas embriagantes.