Por Antonio Heras
Escorpión
Será el sereno pero mientras que el presidente Andrés Manuel López Obrador se refería a esta fábula atribuida a Esopo, en mi mente surgió la figura de Jaime Bonilla Valdez.
Clarito miré su imagen y la asocié con este arácnido depredador. No por sus tenazas, cola curva y aguijón. No, no, no…
Pobres animales, acentuó el tabasqueño que se refería a dueños de medios de comunicación; aunque Bonilla también lo es.
De las fábulas se desprende una enseñanza que casi siempre se sintetiza en una moraleja.
Rencoroso, el escorpión o alacrán actúa así, es su esencia.
Por la narración de López Obrador en el Cuartel Morelos de Tijuana se me figuró Bonilla.
La naturaleza del tijuanense.
“El escorpión le pidió a la rana que lo cargara para cruzar el río. La rana le dijo: —¿cómo sé que no me picarás? El escorpión respondió: —porque eso haría que ambos nos ahogáramos. La rana aceptó y a la mitad del río, el escorpión picó a la rana. Cuando la rana le preguntó: ¿por qué?, si los dos vamos a morir, el escorpión respondió: —es mi naturaleza”.
Imagino que en tres años, el tabasqueño cuestionará al tijuanense: “¿por qué?”
En espiral, la respuesta gira en mi cabeza. La moraleja también.
Al tiempo
(En la época panista, sobre todo con Kiko Vega, la corrupción fue galopante, al igual que en los dos años de Jaime Bonilla, postulado por Morena. Mi tata para mi nana)